viernes, 5 de diciembre de 2008

Nuestra cultura vulnerable

Por: Faride Kairuz-Hernández*
Msc. Planificación Ambiental.

Cuando el número de desplazados se dispara ante la ocurrencia de fenómenos naturales, vale la pena reflexionar un poco. ¿Porqué los métodos que se emplean para disminuir la cantidad de personas afectadas, resultan obsoletos, y porqué a pesar de los miles de millones invertidos en aliviarles el hambre y a veces la vivienda, cada día hay mas familias vulnerables?

Hay muchas razones por las cuales cada año miles de personas son afectados por los mal llamados “desastres naturales”. Los medios de comunicación (como buenos patrocinadores de los gobiernos de turno) suelen “inundar” los espacios noticiosos con titulares e imágenes que muestran viviendas destruidas, personas sepultadas y regiones desaparecidas ante la ocurrencia de avalanchas e inundaciones.

Estas desconsoladoras noticias año tras año se repiten con mayor frecuencia y aunque en Colombia algo aprendimos a raíz de la avalancha del volcán nevado del Ruiz, es preocupante que no seamos capaces de construir una cultura de prevención activa a los desastres.

La razón principal, es que se entronizan la visión técnica-instrumental (infraestructura física, resistencia de construcciones y equipos de última tecnología) y la económica (cantidad de dinero perdido por áreas afectadas o viviendas destruidas) dejando en último lugar a la población. La cual es vista de manera torpe por los gobernantes y planeadores (pero también a propósito) como menores de edad, que sólo tienen la capacidad mental para desalojar sus casas, veredas o barrios ante un indicador máximo (alarma o nivel de agua) de ocurrencia de un fenómeno natural.

Es urgente, necesario y prioritario, analizar la vulnerabilidad a los desastres a partir de la población, donde se identifiquen (y no se escondan) las faltas de soluciones adecuadas a las condiciones de exclusión existentes de la población.

La vulnerabilidad es una cuestión política que se refleja por la falta de satisfactores de necesidades de los seres humanos (vivienda en lugar seguro, educación, salud, alimento), es una realidad social que disminuye la calidad de vida de las personas. No es un problema externo a la sociedad. Se construye socialmente porque es un resultado de la actividad humana, del manejo incorrecto de los recursos que alteran ecosistemas y ambientes locales y de las condiciones económicas injustas. Sus componentes o variables cambian a medida que se tejen los hilos invisibles de la cotidianeidad y de acuerdo al contexto cultural, político, ideológico y económico; en tal sentido, la vulnerabilidad a los desastres es diferente para cada comunidad.

Para analizar la vulnerabilidad a desastres teniendo como pilar central a la población, es necesario construir sujetos políticos que hagan de las comunidades sujetos participativos en la toma de decisiones públicas. Pero vivimos bajo las reglas de una parte minoritaria de la población que desea mantener “el orden existente” (segunda razón para que no se busquen verdaderas soluciones a la problemática de los desastres), donde a los grupos de poder (representados en los gobernantes) sólo les interesa resolver de manera paliativa, con donaciones y a veces re-ubicaciones, (trasladar), las condiciones de marginalidad en que viven hombres, mujeres y niños vulnerables.

La tercera razón y que a su vez permite sostener la visión técnica (que se caracteriza además por no tener historia, ni política) del análisis a los desastres, son las explicaciones tradicionales, mítico-religiosas y culturales que mantienen vivas creencias acerca de los desastres como eventos externos y ajenos a las mismas comunidades; por tanto, no dan posibilidad alguna de intervención para mitigarlos o prevenirlos.

Ante lo anterior, sólo queda la desesperanza de seguir leyendo bajo los titulares amarillistas, noticias que no intentan profundizar en las verdaderas razones políticas que dan origen a una problemática ambiental, que como una bola de nieve, cada vez crece y parece nunca parar. Basta una ligera mirada a las noticias de hace unos pocos años y compararlas con las del actual, para verificar el significativo incremento en el número de personas desplazadas y desubicadas (física, mental y socialmente) ante la ocurrencia de fenómenos naturales que pueden o no, ser inducidos o acelerados por el mal uso y abuso de los recursos naturales.

Hay que aunar esfuerzos que se apoyen en el conocimiento técnico y los equipos necesarios para entender o predecir la ocurrencia de algunos fenómenos naturales, pero de igual manera, esto debe ir en el mismo nivel que el ámbito de lo político-ideológico. Factores con los cuales es posible lograr identidad y cohesión en una comunidad.

Solo cuando una comunidad se reconoce a sí misma, se construye como sociedad civil, y por tanto ella misma será capaz de “deconstruir su vulnerabilidad”. Pero esto será una gran utopía mientras sigamos apoyando y jugando con las reglas de un modelo económico que cada vez aleja más nuestra percepción y comprensión de las normales manifestaciones de Gaia, altera su capacidad de resiliencia, y por tanto nos hace culturalmente más vulnerables.

*arcoirisfeliz99@gmail.com

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