lunes, 20 de octubre de 2008

Ventas puerta a puerta


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Sin lugar a dudas, las diferencias climáticos del entorno de los Caribes se compensaba con la realización de grandes mercados para intercambiar productos, prendas, recursos, medicinas, y especialmente, saberes extraídos de la observación permanente de la ecología natural, depurados, aplicados y transmitidos a las otras generaciones, aquello que hoy llaman Propiedad Intelectual… y que quieren apropiarse.

El trueque, inventado por los indígenas, aun perdura… aquí, tiene el sello tropical, en donde las estaciones se compensan con los cambios ecológicos que se suceden con los las variaciones altitudinales… madre de la amplia biodiversidad, de las variaciones hídricas, climáticas, de fauna… y por supuesto, de las marcadas diferencias entre los pobladores de los diferentes pisos térmicos.

Un ascenso por las laderas de la Sierra Nevada de Santa Marta, es un ascenso por una gran variedad de oferta en alimentos.

En Chimichagua, tierra Chimila, la biodiversidad se ofrece por su condición múltiple en la complejidad de los ecosistemas acuáticos, los pantanosos, los playones y sabanas con los ecosistemas del bosque seco Tropical.

Producto de tanta complejidad… es la exuberante oferta de frutas y frutos, tubérculos y raíces, flores y hojas, peces y reptiles, aves y mamíferos… y montones de oro aluvial almacenados y los lodos sedimentarios.

De esa exuberancia evolucionó una cultura tropical que aun perdura, que en conjunto es como una escuela para aprender a mamarle gallo a las tarjetas de crédito, al dólar, al euro en donde predomina la solidaridad, la palabra, el compadrazgo….


Allá llegan a tu puerta, uno tras otro, vendedores de todo aquello que puede servir para el desayuno, el almuerzo o para compartir con la visita. Es la gran oferta de cosecha, en donde hasta te fían.

El pescado llega en carretilla, la cual se parquea en una esquina y el pregón con voz, por demás conocida, familiar, te anuncia las existencias … el pregonero esta disponible, cuchillo en mano, después del arreglo de compra, para sacar escamas, viseras y una arrollada de acuerdo con la especie. Y mientras la operación avanza te sueltan toda una información sobre las tendencias de la pesca, de las lluvias… se hacen encargos para el día siguiente.

A domicilio van llegando, uno por uno, vendedores de bollos, yuca, plátanos, queso, frutas de cosecha, batata, ñame, almojábanas, carne de cerdo, leche, queso, suero, patillas, melones, ahuyama, y muchos etcéteras …

Igualmente, llegare un muchacho a cumplir con encargos hechos de ante mano… si haz recomendado que te guarden carne de tal parte… Allí estará el mensajero…

Si bien existen centros de acopio, plazas de mercado y andenes repletos, esta forma de distribución tiene arraigo profundamente cultural y ofrece una forma de mejor distribución de utilidades y de información…. por cuanto siempre serás el eslabón de una cadena que va contando en donde puede vender o comprar…

También tienes la alternativa, si desea compras mas dolidas, de ir al “puerto, allá en la ciénaga,”, y con paciencia adquieres lo que tu antojo te diga a la medida en que van llegando los pescadores.

También existen otras formas de resistencia a los hipermercados, como son los intercambios, los envíos que se hacen por corazonadas a quien se sabe que lo necesita, a la madre soltera, a la viuda, al accidentado…

Y como es lógico las tiendas y ventorrillos cumplen un papel muy importante: son como el equilibrio ecológico y de mercado del pueblo: se puede dejar cosas en consignación, frutas para procesar, aquello que requiere refrigeración…
Son mecanismos heredados que tienen un buen soporte social, evitan intermediarios, y los productos, en su mayoría van del cultivador al consumidor: es un sistema social de resistencia, que como el zancudo, es el guerrero contra el cual el imperialismo no pudo.

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