domingo, 29 de marzo de 2009

Y LA UNIVERSIDAD... ¿PARA DONDE VA?

Por: Mario Mejía Gutiérrez

La institución universitaria es resultado de la convergencia de personas con ánimo de recibir enseñanza alrededor de algún maestro(s). Como es obvio, su inicio fue informal, y hubo casos de un solo alumno a la vera de un chamán, sabio, maestro, gurú, rishi.

En la cultura veda, que influyó en budismo e hinduismo, hallar un maestro fue parte fundamental de la vida, en especial para prepararse para pasar a otros planos astrales.

En el siglo 12 la Universidad tomó el perfil que conocemos en Occidente hoy día. Son ya nueve siglos, y la situación empieza a tomar otros rumbos.

Recordando a Rafael Parga Cortés

La Universidad actual se ha convertido, en parte, en refugio de una élite, a la que ya se accede como maestro sólo si tiene pos doctorado. Un pregrado corriente ha llegado a ser débil argumento para servir como maestro universitario: incluso una lisa larga experiencia.

En la década de 1960, bajo la rectoría del Dr. Rafael Parga Cortés, un anciano de mente joven, la Universidad del Tolima estableció la que se llamó entonces Universidad Extramuros, liderada por el educador Alfonso Rendón Rendón, que ofreció facilidades para los maestros de colegios del Tolima, en Honda, Libano, Armero, Espinal, Chaparral. La Facultad de Agronomía se exclaustró de Ibagué a Armero. Y la de Forestal estableció campamento en Calima, Valle. Actividades apoyadas desde el ICFES por el Dr. Silvio Sánchez.

Más tarde apareció en Bogotá la idea de la llamada Universidad a Distancia. El SENA ya había tomado sobre sí la responsabilidad de cursos de alto nivel, aunque no los titulara de nivel universitario.

Una cátedra itinerante popular

En Cali, en 2008, llegó a reunirse un grupo de cuarenta profesionales, expertos en asuntos no siempre aceptados por la tradición universitaria, para formar una cátedra itinerante popular. Idea que espera realización.

Diversos movimientos han desatado Escuelas itinerantes de cariz popular, respaldadas por profesionales de alto nivel académico.

En Japón actual, la Universidad de Susubuya funciona con cinco mil estudiantes y cien profesores. No tiene edificio. Programa sus currículos para ser ejecutados en los propios lugares de producción. (La Facultad de Agronomía de Unitolima tenía en los sesentas cuatro semestres por fuera de aulas).

Cada vez es más frecuente que ONGs o grupos civiles programen seminarios o talleres a todos niveles, que normalmente no tienen cabida en la Universidad tradicional, cuyo elitismo y rancidez cada vez encuentran más aromas de renovación.

El internet es ahora un instrumento que nos libera de asistir a aulas en muchísimos temas. Si la imprenta revolucionó formas orales de trasmisión del conocimiento, el internet constituye otra revolución, que llega hasta tu habitación, así como las teleconferencias.

Recuerdo los planteamientos previos a los sesentas provenientes del CIDOC, de Cuernavaca, México, presididos por el Obispo ortodoxo Iván Ilich, para crear la manera de informalizar la educación para popularizarla.

Y los paradigmas de Freyre: nadie se educa solo, se educa en comunidad. Para que todos podamos crecer intelectual, espiritual, culturalmente; para que a todos se nos facilite un poco nuestro transcurrir en la tierra, revisemos la idea lineal de la educación: preescolar, primaria, secundaria, pregrado, posgrado, pos doctorado. Lo popular frente a lo elitista, por lo menos durante un período coexistente.

Entre los innumerables temas que la centenaria Universidad ha tratado, me da la sensación que en nueve siglos faltó por lo menos un asunto serio: el HUMOR.

¿Alguien conoce un posgrado o un pregrado en HUMOR? Tal vez en teatro o actuación, pero ¿en humor?.

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