domingo, 29 de marzo de 2009

CUIDADO CON LA CACA

Por: Mario Mejía Gutiérrez.

Las agriculturas orgánicas o ecológicas o biológicas o naturales buscan el objetivo de ser base de salud a partir de alimento sano, no envenenado con agroquímicos, en armonía con el entorno, en equidad social, y obrando con cautela frente a las sirenas de la nueva revolución verde. Sus postulados y procesos constan en una veintena de escuelas o propuestas ya probadas, además de las que cada cual aporte para su caso particular.

LOS PEROS A LAS AGRICULTURAS ALTERNATIVAS

Objeción Uno. La agricultura orgánica produce menos que la convencional. Incluso Lovelock ha adoptado esta posición, con respecto a la condición inglesa (La Venganza de la Tierra, 2006, pág. 179).

Con todo respeto y consideración por tan prestigioso intelectual, nos atrevemos a precisar: la producción en agricultura depende de la convergencia de al menos cinco situaciones: fertilidad, sanidad, semilla o raza, manejo y suerte.

Una causa frecuente de baja producción en agricultura orgánica es el uso de compostos deficitarios en nutrientes. Pero el remedio es sencillo: enriquecer el abono orgánico vía lumbricomposto o adicionar fuentes autorizadas como las provenientes de yacimientos naturales: fosforita, dolomita, etc. Y recordemos que fue desde la visión ecológica como Ana Primavesi introdujo desde la década de 1940 la preocupación por los elementos menores.

La sanidad está ligada a la fertilidad, como consta en la teoría de la trofobiosis, una de las vías alternativas a la ideología agroquímica. Las vías de antagonistas biológicos y herbarios constituyen otros auxiliares sanitarios.

El manejo puede ser orientado por experiencia, tradición, publicaciones, capacitaciones. Las razas y semillas serán rústicas, locales, adaptadas, resistentes y ojala orgánicas.

Y la suerte en buena parte tiene afinidad con las contingencias del clima, del orden público, emocionales, de fluctuación de precios, del estado de las vías, etc., factores que el agricultor generalmente no controla.

Objeción dos. El estiércol es contaminante. También el sabio Lovelock lo hace notar en la página 170 de su citado y maravilloso libro, refiriéndose a cierto caso inglés en que derramaban estiércol vacuno líquido sobre el cultivo, derivando luego a ríos vecinos. Trataré de sugerir al menos dos soluciones.

Una: El estiércol, un producto anaeróbico, puede compostarse aeróbicamente antes de llevarlo al campo, en forma de tierra, totalmente sana. Es el principio de funcionamiento de las letrinas gato para excretas humanas. También lumbricompostarlo.

Dos: Tomemos precaución frente a los métodos anaeróbicos de manejar estiércoles (los biodigestores, por ejemplo) y, frente a la dispersión de estiércoles y efluentes. (por la vía liquida) en especial en presencia de lluvias y de riegos de escorrentía hacia fuentes de agua.

Objecion tres. La agricultura orgánica es asquerosa cuando emplea estiércoles. Los chinos han basado desde hace cinco mil años su agricultura en excretas humanas frescas. Ha sido esta una solución a su problema de cólera. Incluso hacen jardinería a mano con estiércol humano seco. Y en la India rural se mezcla el estiércol humano con el de vacuno para hacer composto. Se trata, pues, de “solo” la tercera parte de la humanidad, en estos dos meros casos, porque hay más.

Si no hubiere lugar a los estiércoles podemos acudir al menos a nueve vías: compostos de hierbas y desechos vegetales, polvos de rocas, mantillo de bosque, ayudas microbiales, cenizas vegetales, energías sutiles, abonos verdes, abonos silícicos – carbónicos, abonos arbóreos. (El guamo, por ejemplo)

Objecion cuatro. La agricultura orgánica no es científica, por lo tanto es despreciable. De la veintena de escuelas disponibles para agriculturas alternativas, al menos cinco manifiestan cariz marcadamente científico: Agroecológica, Microbiológica, Radiónica, Trofobiosis y Biológica.

La agricultura se remite al neolítico, unos diez mil años atrás, y por lo tanto es no solo precientífica, sino prehistórica. La ingerencia de la ciencia en la agricultura puede fijarse hacia 1848 en ocasión de la Hambruna de las Papas en Europa. Actores: Liebig por Alemania y Boussingault por Francia, con sus profundas diferencias, claro, pues Liebig optó por la vía química, mientras Boussingault por la biológica.

La intervención de la ciencia en agricultura no ha podido ser más desafortunada a mediano y largo plazo: los arsenicales, los explosivos nitrogenados, los letales clorados y fosforados, los herbicidas (nocivos a la salud, como se comprobó en Vietnam): en general: armas de guerra. Las semillas “mejoradas”, destructoras de biodiversidad. Aparte de los cuatro millones de intoxicados anuales y, cuatro mil muertes de trabajadores del campo por agrotóxicos a nivel mundial.

No obstante, Lovelock, citado, defiende algunos usos del DDT, que él considera benéficos, aunque trata muy respetuosamente a Rachel Carson (1964), en la página 162 de su maravillosa obra La Venganza de la Tierra, 2006.

Objecion cinco. El mito de lo natural. Argumentar lo natural en agriculturas alternativas es absurdo, pues existen venenos letales en la vegetación y en lo natural. (Pagina 178 de la obra de Lovelock, citada).

El mismo autor en la misma página da la respuesta a su planteamiento: todo depende de la dosis, como enseñó Paracelso. Es claro que a la vegetación no le gusta que los herbívoros se la coman, y para ello desarrollan no solo tricomas de diversos tipos, sino también metabolitos tóxicos: estricnina, nicotina, por ejemplo.

Pero para eso están los saberes: qué comer, cuándo, en qué dosis, cómo cocinar, cómo combinar: métodos, esenio, dietético, nutracéutico, dianético, equilibrio chino, etc.

Objecion seis. La agricultura orgánica es el mismo agronegocio que la convencional, bajo otro disfraz, y más cara. Esta objeción es aplicable a las agriculturas alternativas de tipo empresarial: las de los exportadores, las de los certificadores, los especuladores, los de la tasa de ganancia por cualquier motivo y ocasión, incluido el argumento de la mejor salubridad.

En mi experiencia personal, pues he hecho agricultura orgánica, ésta es menos costosa que la convencional, especialmente en su carácter familiar, desde la pobreza.

Una es la agricultura de los ricos, y otra la de los pobres. De modo que hasta los que viven bajo los puentes pueden aspirar a comer sano, natural.

Objecion siete. Las agriculturas alternativas no pueden alimentar a la humanidad. Por allá por el año de 2002, una dama me preguntaba desafiantemente que cuál era el plan de las agriculturas alternativas para alimentar a Colombia. La respuesta es que esta no es una pregunta a una opción agrícola sino a un sistema político.

Goldsmith, el fundador de The Ecologist, soñaba con un sistema de pequeños agricultores manuales a escala mundial. Como lo que hemos visto en la agricultura familiar del sur del Brasil, o en la cultura campesina de Filipinas, India, China, Vietnam, Europa, etc. Incluso en los minifundios latinoamericanos y africanos… que han llegado a aportar proporciones altas de los alimentos consumidos en muchísimos países, y que cada vez más conservan la agricultura natural o derivan a formas afines a lo orgánico típico.

En todo caso, a pesar de la dominancia de la agricultura convencional, la sexta parte de la población mundial es famélica, y hacia 2006 se daba la estadística de treinta mil muertos de hambre diarios, entre ellos doce mil niños, a nivel mundial.

Objeción ocho. Las agriculturas alternativas necesitan mayor obra de mano. En una política de pleno empleo esto es una ventaja.

Es posible hacer agricultura orgánica mecanizada, incluso con hortalizas: verlo en Alemania y Sur del Brasil, con biodinámicos y mesiánicos.

Y si usted quiere un mínimo de obra de mano a corto plazo, dedíquese a la permacultura.

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